¿Cómo y por qué migrar a digital puede salvar miles de emprendimientos?

“Si no está en Google, no existe”. Personalmente, encuentro que esta frase es poco precisa e injusta. Si fuese verdad, ya hubiese podido reparar varios pantalones que tengo con bolsillos rotos en mi closet

El número de trabajadores informales en Latinoamérica es uno de las más elevados del mundo. En Chile, el 30% de la fuerza laboral pertenece a este segmento. Lamentablemente, muchos de estos trabajadores y emprendedores no han descubierto el potencial que tiene el mundo digital y los beneficios que les puede traer.

Hoy día es fundamental revertir este paradigma.

En la actualidad estamos viendo cómo cientos de empresas grandes, medianas y pequeñas están quebrando, debido a los efectos del Covid-19. Sin embargo, ¿qué tan positiva era su situación antes de la pandemia? La situación es compleja; como cualquiera podrá imaginar, son los trabajadores informales, emprendedores locales y freelancers quienes sufrirán las peores consecuencias.

Si eres digital, puedes sobrevivir 

Llevar tu negocio, oficio o profesión a digital no es difícil. No necesitas hacer un Master en Economía ni ser un Ingeniero en Computación. Una tienda de abarrotes puede sentir que la tiene difícil, especialmente, si es de barrio. Sin embargo, existen decenas de almacenes que están vendiendo sus productos a través de Whatsapp, y despachan por sí mismos.

Si podemos hablar con nuestros seres queridos de Arica a Punta Arena sin problemas, ¿por qué un abogado, contador o psicólogo debe trabajar exclusivamente desde su oficina? No es necesario.

El mundo digital tiene una posibilidad para cada negocio. Es real.

Internet = arriesgar sin altos riesgos. Tener mucho que ganar y poco que perder es la magia del mundo digital

No es costoso: nadie tiene que sacarse un ojo de su cara

Llevar un negocio a digital no es costoso. Es normal escuchar a muchas personas decir que no intentan usar los canales digitales porque no cuentan con los conocimientos ni el dinero. Es hora de desmentir ese mito:

La digitalización consiste en todo lo contrario: hacer las cosas más fáciles. Existen un montón de herramientas que te pueden ayudar a ahorrar tiempo y dinero. Durante los últimos meses, hemos colaborado en varias iniciativas para ayudar a empresas tradicionales y emprendimientos que necesitan dar el salto a digital. Más adelante, compartiré algunas de los proyectos más recientes que probablemente te puedan servir mucho.

Digitalizar tu oficio o negocio no es una tarea de meses, tampoco es una responsabilidad que debes asumir solo. En el mercado existen muchas opciones de servicios que puedes contratar, las cuales te pueden ayudar a generar un cambio y obtener resultados positivos en pocas semanas.

¿Cuál es el desafío más grande? Decidir lanzarse a la piscina.

No es que el cliente no existe, es que no has llegado a él  Muchas personas ya lo están intentando y están obteniendo resultados impresionantes.

En mi empresa trabajamos con clientes que, debido al Coronavirus, comenzaron a llevar sus negocios a digital. Conozco de primera mano experiencias súper interesantes de psicólogos, escuelas de futbol, abogados, escuelas de tenis, profesores de yoga, abarrotes, entre muchos otros.

Es cuestión de intentarlo.

¿Por dónde empezar?

Acá las cinco etapas que muchos de estos negocios aplicaron:

Primero: los menos digitales (y de oficio más físico) crearon y enviaron links de cobros por internet.

Segundo: crearon su sitio web para su negocio.

Tercero: transformaron su sitio web en un ecommerce.

Cuarto: comenzaron a difundir ese ecommerce.

Quinto: rentabilizaron.

¿Ves? No es difícil. Comienza actualizando tus métodos de pago. Crea nuevos canales de venta y comienza a difundirlos. Las ventas llegarán en pocos días o semanas.

Las personas necesitan saber lo que se vende para poder comprarlo. Ya sea vender pan, frutas, arreglar zapatos, coser pantalones o hacer jardines, siempre habrá una oportunidad en el mundo digital. En tiempos normales y, sobre todo, en contingencias, las personas confían en las recomendaciones de sus pares. Amigos y familiares se envían constantemente los datos de ofertas y sitios de confianza por Whatsapp. Si ganas 1 cliente, probablemente, lograrás 3 nuevas ventas en el corto plazo.

Existen personas que necesitan de tus productos o servicios. Solo deben hacerse más visibles.

El abasto, la lavandería, la peluquería son negocios necesarios en cualquier barrio. A pesar de las contingencias, los clientes están allí.

No voy a mentir: migrar a digital da miedo, yo también pasé por eso en su momento. Tememos fraudes, a clientes habituales que no nos creen, a que la tecnología falle; pero existen soluciones cada vez más democráticas y transparentes para cada uno de esos escenarios.

No hay que dejar que el miedo se convierta en un impedimento cuando se tiene todo por ganar y muy poco que perder.

Si no estás en Google, igual existes. Tu producto o servicio son reales y valen. Solo debes atreverte a intentarlo.

¿Aliarse o competir?: Ambos (por Marcelo Acosta)

Existe la creencia generalizada de que la cooperación y la competencia son polos opuestos; que la primera es invariablemente superior a la segunda para crecer en conjunto; que la segunda es inherentemente mejor que la primera para crecer individualmente: aliarse es bueno, competir es malo y es imposible que cooperación y competencia coexistan, tal como expuso Franklin Delano Roosevelt cuando afirmaba que había que migrar a un modelo de cooperación ya que la competencia había llegado a su máximo en términos de beneficios.

Pero sí deben coexistir. La realidad es justamente que ambas son órganos del mismo sistema: la única forma de poder competir en libertad es con la colaboración de todos los miembros del mercado (y el acuerdo de jugar bajo determinadas reglas), así como la única forma de cooperar y tener verdaderas alianzas es cuando éstas son voluntarias y con posibilidad de elección real.

Partiendo de esa base destacamos los beneficios de participar en alianzas que resultan positivas para la sociedad, sobretodo aquellas enfocadas en el bien común, que resultan intrínsecamente gratificantes.

La alianza de varios proveedores con el fin común de beneficiar un segmento de clientes puede ser muy provechosa, siempre que no sea creada bajo coerción y no suponga un daño a otro grupo de individuos.

Las alianzas entre empresas de cara a los consumidores finales pueden ser muy buenas (descuentos o beneficios cruzados) o muy malas si resultan en detrimento de uno o más actores (colusión) atentando contra la capacidad de elegir.

También podemos ver ejemplos de competencia y colaboración trabajando armoniosamente en plataformas de crowdsourcing, donde sus participantes cooperan con su información y acciones pero a la vez compiten por un arriendo o un transporte, con el resultado final de una oferta más completa y precios optimizados.

Existen otros desafíos en alianzas pactadas en buena fe, todos relacionados con el valor y el esfuerzo que las partes traen a la mesa.

En estos tiempos en que el comercio está migrando a las plataformas digitales, cuando los modelos de negocios están sufriendo todo tipo de cambios y el vaivén sociopolítico siempre es un factor que puede mover radicalmente la balanza en contra o a favor de las empresas, la alianza es una herramienta que puede llegar a ser poderosa para crecer, siempre que se mantenga foco en la libertad de opción y un efecto neto positivo para el cliente. Ese debe ser nuestro norte.

Marcelo Acosta

Chief Commercial Officer Pago Fácil

“Apoyemos a las Pymes en los hechos”

Carta publicada en Diario Financiero

 

La semana que las Pymes callaron

En las últimas semanas muchos de los supuestos que conocíamos sobre el crecimiento de Chile aparecen cuestionados por las demandas sociales. Sin embargo, el caos político y social impide ver algunos hechos evidentes: que quienes están sufriendo las consecuencias del llamado despertar de Chile son, mayoritariamente, empresas pequeñas, negocios atendidos por su dueño, comerciantes que viven del flujos de caja muchas veces estrechos, para quienes una semana sin ventas implica un posible cierre de operaciones. No se trata de una interpretación antojadiza; es la realidad que ellos mismos exponen, su vivencia personal, que también puede traducirse a números: según cifras oficiales el fin de semana los daños al comercio ya podían cifrarse en US$ 1.400 millones.

Pareciera que todo aquel trabajador o emprendedor que lleva a cuestas, en alguna parte, la etiqueta de comerciante y sus derivados, ha sido injustificadamente condenado por la efervescencia sin cauce que se ha tomado las calles, sobre todo en los últimos días.

No se trata de desmerecer la urgencia que existe por generar cambios estructurales. Pero la mayoría de quienes somos catalogados de pequeños empresarios o emprendedores queremos sacar adelante a nuestro país.

Muchos ya lo han dicho, entre ellos el presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Manuel Melero: el daño a los comercios no es únicamente material, es de larga data e involucra el trabajo y capital de toda una vida. Y las consecuencias son reales: las transacciones de nuestros clientes (aproximadamente 6.000 empresas) se han reducido considerablemente respecto de lo que venden en una semana regular. Y al leve repunte que se vio el lunes, siguió una nueva baja.

Mientras los medios extranjeros se enfocan, no sin razón por cierto, en las manifestaciones, protestas, en los heridos y en la responsabilidades del

gobierno, la actividad económica se estanca y las inversiones se detienen. La manifestación pacífica de 1.2 millones de personas fue hermosa y nos llevó a olvidar el vandalismo que se ha vivido. ¿Pero qué hemos logrado si lo único que nos queda es permanecer a la deriva, entre la violencia que requiere ser detenida y una demanda social que pareciera imposible de satisfacer a falta claridad sobre los caminos que involucra? ¿Qué se obtiene al empujar al gobierno a realizar cambios cuyas consecuencias ni siquiera alcanzamos a evaluar? Piñera modificó su gabinete esta semana, y sin darle espacio a los nuevos ministros para que expongan sus propuestas, los llamados a manifestarse continuaron y, con ellos, el espacio para que grupos violentos se organicen y sigan devastando no solo propiedad pública y privada, sino, más importante aún, el mismo tejido social que cobija legítimas demandas.

Desde la vereda del emprendimiento estamos disponibles para hacer todo lo que sea necesario en favor de la reactivación económica, con apoyo a las empresas que se han visto afectadas. Aunque lo que hagamos no parezca suficiente, hacemos un llamado, quizás redundante a estas alturas, a ser propositivos, a entender que las pequeñas empresas mueven al país y que sin ellas ningún cambio traerá beneficios reales a todos los chilenos. También queremos sumarnos a la causa de Desafío Levantemos Chile y su iniciativa “A mí sí me importa“. ¡Apoyemos a los más pequeños para reactivar la economía!

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